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EL MOTOR ES LA ILUSIÓN

“El día que a la gente le dé por comparar lo que gana con lo que paga por su coche, no vendemos ni uno más”. Fue la reflexión pesimista que un directivo del ramo compartió con amigos. Era a finales de los noventa, y la gente compraba en pesetas más de un millón de coches cada año. Éste, las matriculaciones no van a alcanzar esa cifra, a pesar de que la población ha aumentado en ocho millones de personas desde entonces y de que hay más y mejores productos que nunca.

Una conjunción de factores explica ese letargo de la demanda. El principal es de índole económica. Los automóviles, como todos los bienes de consumo, han experimentado un fuerte incremento de precio. Comprar coche es hoy un 10% más caro que un año atrás. Usarlo es todavía más costoso (combustibles, impuestos, servicios…). Esa circunstancia saca de la ecuación a muchas personas.

El precio medio de un coche ronda en la actualidad los 23.500 euros. Es un 37% más de lo que marcaba el mismo baremo en 2017, según la Agencia Tributaria. Teniendo en cuenta que el salario bruto medio en Euskadi asciende a 2.099 euros, el cálculo es sencillo: adquirir uno de esos vehículos requiere destinar la práctica totalidad de los ingresos medios de un año.

Además de tener posibles, para decidirse a comprar hay que tener necesidad e interés por el coche. Las fórmulas de pago por uso que ganan terreno a la compra tradicional, la mejora del transporte público y los nuevos métodos de movilidad alternativa restan incondicionales al automóvil. El paisaje exterior tampoco anima mucho: la transición energética inspira poca confianza, no se ve cerca la constitución de un gobierno que presente presupuestos y proyectos, y el temor a las consecuencias de la escalada bélica en el mundo está más justificado que nunca. Son demasiados palos en las ruedas de un sector del automóvil que, sin embargo, no pierde la ilusión.