El paradigma todoterreno viste de gala

Más premium que nunca, el Jeep Grand Cherokee atesora tecnología punta y se electrifica para mostrar alta solvencia dentro y fuera del asfalto

El lanzamiento del nuevo Grand Cherokee recupera un emblema todoterreno, que ahora aspira a ser también una referencia entre los modelos de alta gama. Para lograrlo ofrece un recital de diseño y tecnología. Su quinta generación mantiene la condición de genuino 4×4, aunque se apunte a la electrificación. Recurre a tecnología 4xe de impulsión híbrida enchufable, que entrega 380 CV y permite rodar sin emisiones hasta 50 km. El modelo ofrece cuatro interpretaciones con enfoque, desenvoltura y refinamiento diferentes; se puede adquirir a partir de 83.250 euros.

Aunque el constructor norteamericano pone énfasis en que su estandarte ha sido concebido partiendo de cero, es evidente que el nuevo Grand Cherokee hace suyo el legado de las cuatro ediciones anteriores, que a su vez se pasaban de una a otra las señas de identidad de la marca. Jeep afronta su lanzamiento con una ambición máxima. Pretende medirlo con los SUV de prestigio de similar talla. Busca la comparación sin complejo alguno, consciente del valor de su producto. De hecho, no hay otro en el mercado que conjugue la exquisitez de los modelos premium con la máxima desenvoltura dentro y fuera del pavimento como lo hace la estrella de la gama Jeep.

Si el diseño es para cautivar, la tecnología convence. Por eso, además de apelar a la subjetividad con una estampa atractiva, el Grand Cherokee persuade con un derroche tecnológico sin precedentes en la casa. En ese salto cualitativo destaca por su especial significación el ingreso en el mundo de la electrificación. Jeep desestima las motorizaciones exclusivamente de combustión y, de momento, polariza su gama en una única variante híbrida enchufable (contempla una próxima interpretación 100% eléctrica). Confía, por tanto, en la solución 4xe, que compatibiliza alto rendimiento con moderado consumo y comedidas emisiones. Suministra 380 CV a las cuatro ruedas, ofrece tres modos de conducción (híbrido, eléctrico y e-save) y acredita una autonomía que puede alcanzar los 50 km en modo exclusivamente eléctrico.

El estilo del Grand Cherokee puede agradar más o menos, pero nadie pondrá reparos a su exquisita concepción ni a la calidad de su confección casi artesanal. Ese refinamiento, que dulcifica su imponente figura -tiene 4,91 metros de largo, 1,96 de ancho, 1,79 de alto y 2,96 entre ejes-, se constata al acceder a un habitáculo confortable y suntuoso.

Y, como cabía esperar, se presenta repleto de dotaciones. Las hay ornamentales, como la tapicería de piel Palermo y los revestimientos de madera de nogal distribuidos por el interior. Otros velan por el bienestar, como el sistema audio McIntosh, formado por 19 altavoces que crean una atmósfera sonora perfecta, y los asientos calefactados, ajustables en 16 posiciones memorizables. El Grand Cherokee no olvida la seguridad e incorpora funciones de ayuda a la conducción como Park Assist, Asistencia al Arranque en Cuesta, Control de Crucero Adaptativo, Sistema de Control de Ángulo Muerto o Protección de Peatones, que lo acercan a la Conducción Autónoma de Nivel 2.

Infalible dentro y fuera del asfalto

La electrificación no implica inconveniente alguno para el Grand Cherokee, que preserva sus cualidades motrices en todos los terrenos. Se mueve con aplomo y solvencia en cualquier carretera, por virada que sea, e incluso se deja llevar con docilidad entre calles (una vez se asimila su considerable envergadura). Además, hace honor a su estirpe y promete ser altamente resolutivo en el campo.

El icónico Jeep atesora y perfecciona el arsenal de recursos técnicos para moverse más allá del arcén o en condiciones climatológicas extremas. Equipa la última evolución de sistemas 4×4 (Quadra-Trac II y Quadra-Drive II), suspensión neumática Quadra-Lift y control de tracción Selec-Terrain. Este bagaje tecnológico augura unas capacidades tractoras difíciles de igualar y que, probablemente, nadie compruebe a fondo. Quien invierte entre 83.250 y 100.250 euros en un automóvil de alta gama suele ser poco proclive a desafiar con él a la naturaleza.

Hibridación enchufable 4xe

El Grand Cherokee encomienda sus movimientos al esfuerzo de una solución PHEV. Es una modalidad de impulsión mixta recargable que coordina el trabajo de dos bloques eléctricos, de un paquete de baterías de 400 voltios con 17 kWh, de un motor de gasolina turboalimentado de cuatro cilindros y dos litros, y de una transmisión automática de ocho relaciones.

Este sistema híbrido enchufable, denominado 4xe, proporciona una potencia conjunta de 380 CV. Procura hasta 48 km de autonomía eléctrica, 50 km en recorridos urbanos. Recarga su batería con corriente alterna, a un máximo de 7,4 kW. El Jeep Grand Cherokee propone tres programas de conducción: híbrido, eléctrico y e-save, que actúa preservando carga de batería para emplearla con posterioridad.

Avenger, eléctrico y también gasolina

La versión térmica, con propulsor gasolina de 100 CV (21.286 €), acompaña a la BEV de 156 CV

El Avenger es el Jeep más popular y demandado. Lanzado al mercado bien entrado el año, el SUV compacto ha superado ya en matriculaciones al Renegade y al Compass, hasta ahora los principales argumentos de la firma. La incorporación de una segunda motorización puramente de combustión -gasolina de 100 CV- acerca el modelo a un abanico de público mayor. Llega ahora a esa parte de la clientela que no podía acceder a la variante eléctrica inicial, bien por razones logísticas – al necesitar más autonomía o tener dificultades de recarga-, bien por motivos económicos. La nueva declinación 1.2 Turbo del Avenger está disponible desde 21.286 euros, casi diecisiete mil menos que la mucho más eficiente BEV.

El Avenger es el modelo más escueto de la familia Jeep. Su agraciada carrocería de cinco puertas ocupa 4,08 metros de largo, 1,78 de ancho y 1,53 de alto. Separa sus ejes 2,56 metros para habilitar una cabina con cinco plazas teóricas y cuatro reales. La versión a gasolina libera un maletero de 380 litros, 25 más que la eléctrica.

Instala un bloque de tres cilindros y 1.199 centímetros cúbicos, que suministra 100 CV y va asociado a caja de cambios manual de cinco marchas. Es un motor procedente del banco de órganos del grupo Stellantis, al que Jeep pertenece. Ha demostrado buenas cualidades -chispa, fiabilidad y austeridad- en distintos modelos pequeños de otras marcas hermanas.

La comparación de esta variante del Avenger con la de batería se antoja complicada. Son productos destinados a públicos muy distintos. Unos y otros se sentirán atraídos por la estética jovial y desenfadada que caracteriza al modelo, pero tienen motivaciones diferentes. La versión 1.2 Turbo supera claramente en velocidad punta a la eléctrica (184 km/h frente a 150), que impone en las distancias cortas su mejor salida (llega a 100 km/ en 9 segundos, con más de uno de ventaja). La conducción del BEV es más agradable y sigilosa, sobre todo en ciudad. En carretera abierta, la ventaja de caballería se diluye y la nueva alternativa con motor térmico anda más y, sobre todo, llega más lejos.

Jeep asigna al Avenger gasolina cuatro definiciones de producto. A la terminación más básica y asequible siguen las tres de la versión BEV (Longitude, Altitude y Summit), con equipamientos y precio crecientes. La horquilla se fija de 21.826 a 26.200 euros.