«Tu próximo coche será eléctrico»

No era una amenaza. Había cierto afecto entre el directivo de una importante marca y el periodista con el que compartía pausa para el café, de modo que aquello sonó más a vaticinio. “¿Eléctrico yo?” iba a mofarse el juntaletras, antes de exclamar “¡Señor, llévame pronto!”. Pero la explicación del mandamás obró el milagro de dejarle mudo. “Sí, sobre todo porque, en el futuro, no te vamos a vender otra cosa”. La inquietud medioambiental y, para quien no la sienta, la legislación vigente, imponen la desaparición paulatina (y acelerada) de los motores de combustión interna. Los de toda la vida, para entendernos. La pena capital pesa ya sobre el gasóleo. También pone coto a la gasolina, tolerada de momento por ser indispensable para los sistemas de hibridación. Aunque la suya es una tecnología con fecha de caducidad, esta supera holgadamente la esperanza de vida media de un vehículo. En consecuencia, los híbridos contemporáneos constituyen una estupenda solución de compromiso para alcanzar una movilidad más sostenible. Admitámoslo, a medio o largo plazo, la única opción con futuro es el coche eléctrico. Las páginas que siguen lo dejan claro. La oferta de creaciones a batería no deja de crecer sumando propuestas cada vez más sugestivas y eficientes. Ahora solo falta que sean, además, asequibles y verdaderamente funcionales. Eso requiere seguir mejorando la nota en materia de autonomía y, sobre todo, el suspenso en infraestructuras de recarga. De otro modo, el salto al eléctrico seguirá siendo un salto al vacío.